La riqueza de las naciones.
La economía, tratada como ciencia de
estudio sistemático, es de origen relativamente reciente. Convencionalmente se
admite como fecha de nacimiento de esta nueva disciplina, la publicación en
1776 de la obra de Adam Smith[1] “Indagación acerca de la naturaleza y las
causas de la riqueza de las naciones”. Sin embargo, en la búsqueda de
precedentes a este estudio, podemos remontarnos hasta Platón, encontrando
vestigios asimismo en Roma y la Edad Media; incluso Santo Tomás dedicó algunos
textos a precisar los términos de “justo precio” y “usura”.
La obra de Adam Smith fue clave para
ordenar el sistema económico, sumamente alterado tras el descubrimiento de
América y la afluencia de metales preciosos que desde allí llegaron a Europa.
La teoría mercantilista de Smith tendía a favorecer la entrada de dichos
metales, a los que consideraba como la auténtica riqueza de un país; dicho
planteamiento tuvo su contrapartida en la escuela fisiocrática, cuyo máximo
exponente fue el francés Quesnay, quien daba absoluta preferencia a la tierra,
además de afirmar que la economía estaba regida por leyes naturales;
desgraciadamente para Quesnay y su escuela, otras afirmaciones que propugnaban,
como el derecho natural inalienable a la propiedad privada, o la división de la
sociedad en clases agraria, productiva y estéril, les abocaron hacia el
mercantilismo que de estos últimos supuestos se desprendía.